Ayer
El miércoles pasé una parte de la mañana en el Centro Universitario del Sur, de la Universidad de Guadalajara. La sede es Ciudad Guzmán, un lugar especial en la cultura, como puede constatarse cuando leemos los nombres de sus hijos ilustres.
No conocía el llamado CUSur, aunque muchas veces he bordeado sus límites. Ahora lo desconozco menos, pero aprecio más.
Con la compañía de Carlos Quintero, un excelente colega y amigo, quien tuvo la deferencia de invitarme a una conferencia, recorrimos parte del campus. Me impresionó gratamente lo que observé: primero, por cronología, la limpieza y la vitalidad de sus jardines, que observé antes que todo. Luego, sus instalaciones para las carreras de la salud, como enfermería, medicina y odontología. En todo momento, la amabilidad de las personas, así como las posibilidades de colaboración que esbozamos en el diálogo con algunos directivos.
Ojalá podamos avanzar en ese camino tan indispensable para las universidades. Por lo que a mí respecta, la visita fue un momento agradable, por el ambiente durante la conferencia, y luego, al final, por una batería de preguntas y opiniones que me soltó una estudiante de Psicología, afuera del auditorio.
Como decía un muy estimado amigo: la universidad existe cuando un estudiante toma un contenido (un libro, un material, una pantalla, una conversación…), lo analiza y es capaz de producir algo inteligente, como opiniones y preguntas.
Hoy
Hoy por la tarde tengo un compromiso especial en mi facultad. Un grupo de estudiantes, coordinados por su maestra, Xóchitl, me invitaron a la presentación de mi libro “Diez ideas para cambiar la escuela”. En la preparación del encuentro, sabedor de que muchas de ellas habían leído el libro, sugerí que más que ir a hablar del texto, me gustaría conversar con ellos, con ellas. Aceptaron y mañana tendremos nuestro encuentro.
Después de participar en ese tipo de actos académicos, por libros propios y ajenos, a veces se desgasta la emoción, pero no es mi caso ahora, pues la situación es distinta. Más que un auditorio pasivo, que escucha y puede o no involucrarse, el invitado será el escucha y más interesado.
Escuchar preguntas y sugerir caminos para responderlas es, no tengo duda, la mejor forma de un encuentro entre estudiantes y maestros en carreras como la nuestra.