Medianamente enterado de lo que sucede en el país, el ciudadano común conoce el caso de Félix Salgado Macedonio y su, por ahora, diluida candidatura al gobierno de Guerrero.
El tema me da para dos brevísimas reflexiones. La primera, en realidad, es una pregunta: ¿podemos, los ciudadanos no miembros de un partido, inmiscuirnos en sus decisiones internas? ¿Podemos, quienes no simpatizamos con éste o aquel partido tratar de tomar parte en sus decisiones? Entiendo aquello de “nada humano me es ajeno”, pero también, que tenemos ámbitos de actuación y derechos.
Desde la no militancia partidista, me da lo mismo si en Guerrero o Colima los partidos proponen a éste o aquella candidata. Es su decisión. No quiere decir que no me importa quién gobernará; soy el observador distraído e involuntario de una fiesta ajena, de un partido de fútbol de tercera división en Mozambique.
Mi respuesta es que la decisión interna de Morena, del PRI o el PAN, es de ellos, y ya verán las consecuencias en las urnas. Cuando me toque, votaré en consecuencia, anularé mi voto o me abstendré. O iré a ese partido, me inscribiré y lucharé con sus reglas.
La otra reflexión es, en realidad, una indignación interrogativa: ¿por qué un sujeto acusado de violación por dos o tres mujeres (según la fuente crece o disminuye el número) no puede ser juzgado ya y declarado culpable o no? Por qué la impunidad? ¿Es el fuero?
¿Y si Salgado Macedonio no es culpable después del juicio?