Este mediodía, al regresar a casa, Mariana Belén se acercó contenta a donde me encontraba sentado en el segundo peldaño de la escalera. Su hermano luchaba por quitarse la ropa del colegio de cualquier forma y por cualquier parte del cuerpo. El natural alboroto cobraba vida en casa. Feliz pero misteriosa, frente a mí abrió su boca todo lo posible y me preguntó señalando con su dedo de la mano diestra: ¿qué ves aquí? No muy seguro agaché un poco la cabeza para mirar una línea blanca cortando la encía superior. ¡Tu diente, mi amor! Le respondí jubiloso. Nos abrazamos mientras su hermano desde la sala nos miraba con cara extrañada. En ese instante, fundidos, allí en el inicio de la escalera, me vinieron a la memoria los recuerdos de un año atrás, cuando Laura y ella me enviaron a Córdoba la foto donde mostraba el hueco rojizo abierto en su dentadura, con ojos chispeantes. Los recuerdos de aquel día, el instante actual y su algarabía me emocionaron sobremanera. Uno más, pensé entonces, y ahora que escribo, uno más de esos instantes maravillosamente cotidianos que se agolpan en la memoria, en el baúl de recuerdos imborrables, o casi, que obligan al agradecimiento por el privilegio de sentir cosas especiales ante cosas aparentemente ordinarias. Que alegran el fin de una jornada e insuflan el ánimo. Como en la canción de Joan Manuel Serrat: son las pequeñas cosas que nos deja un tiempo de rosas. Y, tal vez, nos hagan llorar un día cuando nadie nos vea.
José Manuel Ruiz Calleja
Hermano, me he emocionado con esta feliz historia de vida. Han venido a mi mente, pudiera decir que me has traido, recuerdos muy gratos de historias similares. Tienes el don de la escritura, de recrear la imagen de la vida con las palabras precisas y el enfoque justo que descubre y potencia la maravilla de esas “pequeñas cosas” que constituyen aquellos “pequeños momentos” en que descubrimos, casi sin darnos cuenta, que vale la pena vivir. Pero lo mejor que tienes y me complace deecirlo, es una maravillosa familia.
Juan Carlos Yáñez Velazco
Muchas gracias estimado doctor. Tus palabras son aliento y alegría.
Un abrazo!
Balvanero
Que experiencia tan extraordinaria… felicidades a tu familia y a tu interés por preservar esa imagen.
mario rendon lozano
Efectivamente. Cuando se saben apreciar los grandes momentos,( que curiosamente son esos pequeños momentos), quedan recuerdos imborrables y la vida cobra un sentido cada vez más rico y esa riqueza que agradable nos hace la vida. Felicidades Dr juan Carlos.
Juan Carlos Yáñez Velazco
Muchas gracias maestro Mario Rendón, le mando un abrazo fraterno.