Cuando llegaban los mundiales de fútbol, Eduardo Galeano ponía un cartel en su casa y se encerraba durante el mes que duran los torneos organizados por la FIFA cada cuatro años. Cerrado por fútbol, rezaba su cartel, protegido de las inclemencias.
El fútbol es también tema en la obra de Galeano. Y para sus lectores habituales, de sobra conocida la afición. Él acuñó, y suscribo, aquella frase de que solo acepta un mesianismo: Lio Messi.
Galeano reivindica el derecho a declararse aficionado al fútbol sin el rubor de la acusación de ser deporte de subnormales. Con aficionados como Camus o Sartre, Serrat o José Alfredo Jiménez, las acusaciones se van al diablo, aunque muchos futbolistas mexicanos manejen un vocabulario de 150 palabras.
Ya viene el nuevo mundial de fútbol. Será una experiencia distinta. Hoy mi hijo tiene 8 años, y gusto mayor, aunque no delira.
A diferencia de hace 4 años, que recién llegábamos de Argentina, ahora no podré sentarme durante varias horas cada día a mirar todos los partidos, luego las repeticiones y programas de análisis. Pero haré el esfuerzo en las tardes y noches con la reserva energética que me dejen las horas de oficina.
Durante las próximas semanas no podré decir, como Galeano, que cierro por fútbol, pero abriré los ojos para verlo, antes que cerrarlos para dormirme.
Mientras llega la hora, Juan Carlitos va llenando nuestro álbum Panini; yo, con el gusto de verle emocionado, mientras abre un paquete y cierra los ojos pidiendo a los dioses de la cancha que le salga la estampita de Messi.