Cuaderno

Días de recuerdos y regocijo

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

Con frecuencia el recuerdo de mi madre vuelve con paisajes de nuestra vida común. Por las mañanas, por ejemplo, cuando preparo té o un licuado para mis hijos antes de ir a la escuela, como ella preparaba mi desayuno antes de subir al “tonilita” para venir al bachillerato o la facultad. Ese recuerdo perdura. Aunque el cansancio de una mala noche me azote, su imagen yendo al cuarto para hablarme y sacarme de la cama, borra cualquier vestigio de pereza.

En días como hoy su rostro también aparece. Un día, cuando entré a su cuarto descubrí en el espejo de su tocador varios recortes de periódicos donde aparecía mi imagen en distintos eventos de la universidad. Me sorprendí y desconcerté ante el hallazgo. Sí, ella coleccionaba las notas donde figuraba mi nombre o imagen.

Hoy la recordé desde muy temprano, cuando salí a la caminata matinal. La pensé al día siguiente, mañana o cualquier día, cuando ella encontrara en el periódico que mi padre llevara a la casa la nota de la ceremonia en que hoy, 10 de junio de 2025, la Coordinación General de Docencia celebró sus 40 años de vida y nos entregó un reconocimiento a quienes tuvimos el privilegio de conducirla.

La sesión en el Paraninfo Universitario fue emotiva. Encontrarme con mucha gente que conozco y aprecio me desgranó más recuerdos. En días así, sólo tengo palabras de gratitud. Para ella, mi madre, que en silencio me alentaba cada mañana para salir a la universidad. Mucho tiempo después, a mis hijos, a Laura, por lo que tuvieron que aguantar y apoyarme mientras ocupé distintos cargos. Ellos son lo más especial, por supuesto, pero los muchos años que hoy reviví fueron gratos por los distintos equipos que conformé y me acompañaron, por las muchas personas que tuve la suerte de conocer en todos los rincones de la Universidad y de las cuales aprendí siempre, desde las diferencias o coincidencias.

Cuando llegué a la Universidad por primera vez para solicitar mi ingreso al bachillerato, con 15 años, solo, desde mi pueblo, nunca imaginé que ese lugar desconocido se convertiría en mi casa y que en ninguna otra parte pasaría más tiempo que en ella.

El reconocimiento de hoy me enfrentó con una parte del pasado, de mi vida laboral. Los recuerdos se agolparon. Aquí he vivido cuatro décadas. Aquí pasaré algunos años más, hasta que se desvanezca la alegría de aprender y de encontrarme con estudiantes deseosos de formarse. Mientras, hoy celebro mi vida en la universidad y con la gente que trabajó conmigo, que aprendió conmigo y con las cuales intenté nuestro mejor esfuerzo.

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