Recibo con bastante escepticismo los nĂşmeros grandilocuentes de los informes gubernamentales. A veces los cuestiono, a veces me rĂo de las mentiras que se dicen (y muchos, muchĂsimos aplauden).
Aunque no son lo más divertido, mucho menos excitante, por obligaciones acadĂ©micas he leĂdo informes gubernamentales las dos dĂ©cadas recientes. No todos, ni completos, confieso, sĂłlo las partes referidas a educaciĂłn, mi materia de interĂ©s.
Los informes, por principio, no creo que resulten emocionantes más allá de la familia del gobernante, algunos miembros muy cercanos al cĂrculo familiar y el sĂ©quito bien probado de lamezuelas; de los Ăşltimos tengo dudas. Fuera de ello, la gente, el pueblo, no creo que sienta demasiado entusiasmo, menos cuando los males sociales agobian: Âżpor quĂ© habrĂan de sentirlo, cuando los bolsillos siguen mĂseros, los empleos escasos y pululantes los kioscos y oxxos como modelos del Ă©xito empresarial?
A mĂ, personalmente, me gustarĂan otro tipo de informes, más austeros, más cortos, menos demagĂłgicos, menos mentirosos, más cargados de realidad. Como para que, con tres dedos de frente, cualquiera pueda desinteresadamente aplaudirlos o por lo menos creer que allĂ no hay pura polĂtica ficciĂłn.
Me gustarĂa, por ejemplo, que el gobernante, la gobernanta pronunciara, en algĂşn momento de su discurso, que todo lo dicho antes, o por decirse, es verdad, pero que tambiĂ©n deben considerarse otras minucias: que Ă©l, ella, tuvo un desliz y se distrajo de sus altĂsimas ocupaciones; que confiaba en sus amigos, pero que tres o cuatro resultaron pillos indomables y saquearon las finanzas, pero que ya pronto serán procesados; que su gabinete o equipo responsable no lo fueron, y que sus yerros provocaron tales o cuales desgracias… y asĂ.
No serĂan los informes más lindos, más grandilocuentes o alentadores, pero creo, con sinceridad, que ayudarĂan a que este paĂs empezara a reconocer que el largo camino por recorrer es más largo que un viaje MĂ©xico-China de rodillas o a pie.
Ya sĂ© que son delirios, pero tambiĂ©n lo son las pretensiones de creerme las maravillas de un paĂs, un estado, una ciudad que camino todos los dĂas pero que ellos, los que informaron, hace mucho no caminan, no sienten y no conocen más que cuando preguntan al espejito, lindo espejito.
