De regreso a casa me quedan solamente buenos recuerdos de la estancia y el curso en Hermosillo. Estar en el hogar, rodeado del calor más Ăntimo, de los gritos y los brazos de los hijos es privilegio que, a veces, se reconfirma o redimensiona despuĂ©s de unos dĂas sin tenerlos. No me hacĂa falta la distancia, pero los reencuentros profundizan solidaridades y afectos.
En el viaje de regreso, de dos horas, cuando no me ganĂł la desmañada pude avanzar en la lectura de Hombres buenos, la novela que comencĂ© ayer. Estoy disfrutando la historia del bibliotecario HermĂłgenes Molina y el almirante Pedro Zarate, miembros de la Real Academia Española, en su aventura en pos de los 28 volĂşmenes de la Enciclopedia en el ParĂs de los años finales del siglo XVIII.
Esta noche seguiré la lectura. Advierto que no avanzaré muchas páginas. El cansancio acumulado y una sonrisa placentera me tienen secuestrado.
*
En el tránsito por Guadalajara adquirĂ la biografĂa de Eduardo Galeano, escrita por el periodista bonaerense Fabián Kovacic. No me carcome la ansiedad. EsperarĂ© un par de dĂas reposados para sentarme y no parar sino para servirme otro cafĂ©, un vaso de agua o llenar la copa de tinto. No sĂ© si llegarán pronto o más tarde, pero vendrán. Entonces les contarĂ©.