En diciembre de 2018, cuando el presidente López Obrador anunció la iniciativa de reforma al artículo tercer constitucional, confirmé lo que advertía respecto al futuro del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, mi sitio laboral en ese momento. Era cosa de tiempo para enterrarlo.
No dudé nunca de la sentencia mortal del presidente, aunque intenté lo posible para evitarlo en el espacio reducido de actuación donde me movía.
Empecé entonces a replantearme el futuro profesional y pronto esbocé proyectos. Escuelas de Colima se llama el que ahora concentra buena parte de mis actividades de investigación en la Universidad, aunque al mismo tiempo desarrollo otros. Ocuparse es la mejor forma de evitar amarguras y animadversiones. Mejor caminar rutas personales que fastidiar ajenas.
Avancé de a poco, sin cesar, y de a poco voy recogiendo frutos. Así nació el libro que ayer presentamos, Colima: avances y retos. Educación, un ejercicio colectivo que deja muchas enseñanzas, que me absorberá en las próximas semanas, cuando rodemos para difundir el texto. Por aquí lo iré contando.