La semana anterior el Instituto Superior de Educación Normal de Colima (Isenco), la bien llamada Escuela Normal, se vistió de gala para recibir a varios cientos de participantes del país en el primer Congreso Internacional de Investigación y Evaluación Educativa (CONIIE). Inmejorable manera de celebrar los 179 años del normalismo colimense.
Colima se colocó durante esos días en el centro educativo del país, por los temas que se discutieron y la calidad de los invitados que compartieron en las conferencias y mesas de expertos, en un momento donde las polarizaciones en la materia persisten, como las incertidumbres que se abren con el nuevo momento educativo nacional, resultado de las reformas al artículo tercero constitucional y a las leyes reglamentarias correspondientes.
Conocí del Congreso desde muy temprano, invitado a participar en el comité científico dictaminador. Me sorprendió, desde entonces, la seriedad de sus organizadores, encabezados estupendamente por la directora del Isenco, Martina Milagro Robles.
Un evento de esta naturaleza, infrecuente en Colima, es producto del esfuerzo de mucha gente, de la capacidad de gestión de sus organizadores, del compromiso del equipo de trabajo del Isenco y de la voluntad de colegas de otras instituciones que acudimos a la invitación, pero también de los colegas, maestros y estudiantes que vinieron de todas partes a la cita colimense.
Los tres días del Congreso fueron una fiesta pedagógica, con conferencias y voces para distintos gustos, con posiciones y oposiciones abiertas, con debates más o menos intensos, porque no fue protocolo de autocomplacencias, porque en la misma mesa debatieron, por ejemplo, el director de las escuelas normales del país, con académicos de la UNAM, el Colegio de México y el Departamento de Investigaciones Educativas del CINVESTAV, con posturas encontradas y en un ambiente de respeto y pluralidad.
Desde la Universidad de Colima aplaudo y celebro el prestigio que conquistó el Isenco. Me congratulo de haber sido parte, desde la organización, en una de las tareas; y me siento agradecido y honrado con el privilegio de haber presentado nuestro libro colectivo más reciente en ese marco espléndido.
Felicidades a las autoridades y colegas del Isenco por esta enorme oportunidad que nos brindaron. Estoy seguro, quiero desearlo, como dijo Mario Chávez, director de las normales del país, que entramos a una pausa y pronto habrán de empezar los preparativos del siguiente congreso.
¡Bienvenido el CONIIE! ¡Qué viva muchos años!