En las páginas iniciales de P de profesorencontré la expresión “Laboratorio de enseñanza de la historia”, del cual es partícipe la coatura, Karen Rechia. Añoré que en nuestra facultad no tengamos un laboratorio así, no exclusivamente para la enseñanza de la historia, por supuesto.
La ausencia me parece sensible: en un oficio como el educador, ensayar y errar son casi consustanciales al ejercicio, pero mejor hacerlo en condiciones relativamente controladas, con colegas al lado para observar y reflexionar grupalmente, enriqueciendo perspectivas y prácticas, en un proceso inacabado.
Creo que en facultades de educación y en escuelas normales los laboratorios para la experimentación deberían ser indispensables, además, porque ponen en juego elementos que a veces escasean en las atmósferas universitarias: amplitud de perspectivas, humildad para abrirse a la crítica y preponderancia de los propósitos educativos institucionales antes que solo los eminentemente individuales.
El valor del profesor universitario no parece ir al alza en la bolsa de estos valores. Un párrafo de Larrosa es impecable: “el profesor no es solo el que trabaja en la universidad sino el que hace (con su trabajo, y cada vez con mayores dificultades) que la universidad siga siendo universidad”. Mejor, imposible.
Diálogo con maestros
Esta mañana cumplí la primera etapa de mi viaje a San Luis Potosí. En el auditorio don Bosco del Instituto Salesiano impartí la conferencia “Educación media superior en el contexto actual: retos, tensiones, temores, esperanzas”. No sé cuántos maestros habrán asistido, 200 o 300, pero fueron pacientes, escucharon y en su turno hicieron preguntas y comentarios. Aunque tuvimos un inicio incómodo, tenso por un incidente laboral, el final fue más terso y terminé conversando con varios de ellos y contestándoles preguntas personales.
Mañana descansamos y viajamos a Ciudad Valles, donde tendremos la segunda conferencia. Habrá que intentar hacerlo mejor, y cumplir la expectativa que me trajo aquí. Por hoy, libramos aceptablemente. Creo.
San Luis Potosí