Si ya estábamos divididos, la pandemia nos fracturó todavía más. Lo que es peor: por ninguna parte asoma la posibilidad de una pausa en la disputa entre fanáticos y admiradores del presidente de la República y sus adversarios de todos colores y razones. El informe más reciente del presidente era ocasión inmejorable para lanzar otras señales, unas que acercaran, que tendieran puentes desde el genuino interés de construir con todos, porque no se puede avanzar como sociedad sin un esfuerzo colectivo más o menos universal.
Si una sociedad como la argentina, histórica y profundamente dividida, con una grieta honda, está enfrentando el escenario con un liderazgo presidencial creciente, reconocido incluso por los medios de comunicación más críticos, en México la cosa podría pintar mejor. No, por ahora. Con pesar, solo veo divisiones, intolerancia y señales económicas adversas. En el tema sanitario los pronósticos van del gris al negro.
Con el comienzo de las vacaciones entramos a una nueva semana de cuarentena. Las declaraciones más recientes del subsecretario de Salud son espeluznantes. No la pasaremos bien, y esa confesión de que la pandemia le cayó como “anillo al dedo” será un clavo doloroso en la cruz del presidente. Ojalá me equivoqué.