Hay que días que parecen imposibles de sobrevivir. Por ejemplo, cuando tienes un hijo que despierta enfermo a mitad de la noche y tienes que cuidarlo entre vómitos y dolores, hasta que el cansancio y los medicamentos lo duermen a él o ella, y uno puede descansar del tormento ajeno que duele más que el propio.
No tuve buena noche, pero debía estar en pie temprano y prepararme para el colegio del otro hijo. Luego, a las actividades laborales. Ahí mejoró el ánimo, o me distraje. Pasé cuatro horas de la mañana con profesores del Instituto Tecnológico de Colima en la primera sesión de un taller de investigación educativa para promoverla en esa institución educativa. Pocos profesores, pero entusiastas, con ánimo de emprender la aventura en territorios que pueden producir cosechas abundantes en términos de formación de maestros y para las decisiones de política educativa en el Tec.
Los días próximos pasarán otros colegas de la Facultad de Pedagogía. Mientras observo la condición de salud de Mariana, vuelvo a las tareas sin muchas fuerzas, pero sobrado entusiasmo. Las buenas noticias no cesan: el 26 de febrero presentaremos Colima: avances y retos. Educación, en la Feria del Libro del Palacio de Minería.
Espero que la noche sea larga por reconfortante, que nos repare penas y cansancio.