El gobierno del estado declaró hoy que mañana ya no habrá clases en las escuelas de todos los niveles educativos de Colima, como una medida de aislamiento social. Celebro la decisión como un acto de responsabilidad del gobierno estatal.
Aunque tal vez sale sobrando ahora, en momentos donde conviene la unidad y asumirse como un solo equipo, es inevitable resaltar que varias entidades federativas pasaron por encima, hicieron a un lado o modificaron la decisión anunciada por Esteban Moctezuma el sábado previo, de suspender las clases del 20 de marzo al 20 de abril. No se trata, creo, de contradecir a la autoridad federal, sino de responder a la justa dimensión que los gobernantes geográficamente más cercanos le dan al problema del coronavirus.
Después de anunciarles a mis hijos que no habrá más clases hasta el 20 de abril, les pedí su única tarea: deben entregarme, en formato libre, de su puño y letra, como dice la expresión clásica, su programa de actividades, flexible y sujeto a valoraciones compartidas. Cada uno, ella y él, deben informarme qué harán durante su jornada cotidiana: horas de lectura, ejercicios matemáticos, estudio de inglés, ensayo de tablas de multiplicar en el caso de JuanCarlitos, tiempo para la actividad física, las horas de iPad y televisión, Netflix, Youtube y todo lo que consideren indispensable para que estas semanas no sean ni solo pereza absoluta, ni solo aburrimiento absurdo. El currículum que les propuse es abierto. ¡Ya veremos cómo nos va en la primera semana!
Eso sí, he prometido a Juan Carlos que no habrá nada de las rutinas que lo fastidian: ceremonias cívicas, uniformes y pelo corto.
¡La mesa está puesta para que, en ese orden, cuiden la salud, lo pasen bien y aprendan un montón!
José Manuel Ruiz Calleja
Inteligente y oportuna acción