Por casualidad me enteré de la conferencia de Juan Carlos Romero Hicks en la Universidad de Colima. El tema: la autonomía universitaria en México. Sin dilación, pinché la liga y me conecté a la sala del Archivo Histórico de la Universidad.
Juan Carlos Romero fue el primer rector que escuché hace tres décadas y me impresionó por su juventud, solvencia intelectual y oratoria. Desde entonces me parece un hombre lúcido y le sigo profesando respeto intelectual.
Hoy lo escuché con atención, pero, siendo sincero, esperaba más. Una parte de su conferencia me pareció un muy estructurado compendio de lugares comunes en la materia, tal vez, porque en las últimas semanas dediqué muchas horas a leer y escuchar académicos y rectores de distintas latitudes que me sembraron otras inquietudes, más innovadoras, más densas intelectualmente.
No puedo reclamarle nada a Romero Hicks. Hace muchos años se movió de la política académica a la otra y eso me pareció evidente en su discurso.
En alguna parte de su conferencia confesó que el puesto más noble que había tenido en su vida era el de rector, que a ninguno de los otros cargos, gobernador, senador o director de Conacyt, le confería la misma estatura. Entonces, en automático, recordé a Fernando Savater cuando se enteró que el rector de la UdeC hace diez años analizaba la posibilidad de irse de la Universidad para ser candidato. La cara de Savater fue de asombro e incredulidad y así se lo dijo de frente al entonces rector: ¿cómo, se va de la Universidad para competir por una diputación?