Un tema ocupa los debates en las redes sociales que navego: el anuncio de un acuerdo con la CNTE para que los egresados de las escuelas normales tengan plaza en automático. Lo que para muchos constituyó un gran paso adelante con la reforma educativa de 2013 [luego empañado por las formas en que se concibió e instrumentó la evaluación para la permanencia], tiene redactado el epitafio.
Si se consuma, además del adiós a los concursos de ingreso, los egresados de las facultades universitarias de pedagogía y educación estarían marginados de la carrera docente, pese a tener muchas virtudes y haber demostrado capacidad para enriquecer las plantas de maestros de educación básica.
La historia, sin embargo, está viva y todavía podrían ocurrir modificaciones a lo previsto.
La división en el gremio de investigadores y articulistas especializados es una escalada más entre las visiones antagónicas sobre el sistema educativo nacional, su presente y futuro. Argumentos sólidos y esponjosos circulan en el debate. Hay un saludable intercambio en ciertos niveles, pero también diatribas y dogmatismo; lucidez, pero también insensatez.
Cada cual tiene derecho a expresar lo que se le venga en gana y los demás no tienen la obligación de compartirlo, ni el derecho a descalificar personas. Esa delicada frontera se rompe con facilidad.
Ojalá el debate nos vuelva más tolerantes, sensibles a la opinión discrepante y un poco menos soberbios con nuestros argumentos. En Twitter hoy preguntó Eduardo Sacheri, escritor argentino: ¿qué necesidad de ser tan hegemónicos?