Diario de un hombre sentado en la plaza

Día 54. Locos y millonarios

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

-¿Qué lees? -me preguntó sigiloso.

Esta vez no lo sentí, no lo escuché ni esperaba. Me asustó. Repuesto, le mostré la portada del libro: Chomsky & Mujica. Sobreviviendo al siglo XXI.

-¡Te asustaste!
-Sí, no te esperaba, estaba absorto. Concentrado en la lectura. Nunca me gustaron los sustos. Los odio. En mis pesadillas más terrible imagino que de uno puedo infartarme, o volverme diabético.
-Jajajajajajajaja.
-Aguza el oído, entonces.
-Eso haré y me pondré unos retrovisores en el hombro para verte a diez metros.
-¿Y qué tal están el par de ancianos?
-Muy interesantes. Es una conversación entre ambos, alentada por un joven mexicano que logró reunirlos en Uruguay. Quiero leerte un pasaje que seleccioné para escuchar tu opinión. ¿Aceptas?
-Bueno, si te parece.
-Dice Mujica: “¿Sabes cuál es el único triunfo en la vida? Levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae” -¿qué opinas?
-Tiene razón. También lo creo. Aunque existen los pesimistas que van cayendo todo el tiempo para provocar lástimas y ser ayudados porque se sienten minusválidos.
-Es verdad. Conozco a alguno. Escucha otra idea: “El concepto de desarrollo económico debe llevar a caballo el concepto de felicidad humana”.
-También es de Mújica, ¿verdad? Lo conozco. He leído algunas entrevistas del expresidente.
-Sí, es suya. ¿Qué opinas?
-¿No tienes una pregunta más complicada? Esa también es fácil. Así tendría que ser, por supuesto, pero es de una ingenuidad bárbara a estas alturas del partido, viendo lo que sucede hoy en el mundo, en Ucrania, en Palestina…
-La tercera es contra ti. A ver cómo te defiendes: “Para los aimaras, pobre es aquel que no tiene comunidad; para Séneca, pobre es el que precisaba mucho”. Eres pobre.
-¿Y quién te dijo que no tengo comunidad? Sí que la tengo. Vivo en comunidad. Amo los pájaros, te lo he dicho. No he llegado al extremo de conversar con ellos, ni con los árboles, pero me gusta la naturaleza. Hay locos y locos. Todos los días salgo y camino disfrutando los árboles, su sombra, sus frutos, me fundo con ella. Y a veces, para no abusar, converso contigo; somos una pequeña comunidad. Y si don Séneca tiene razón, soy millonario y tú, tal vez estás en bancarrota.

¡Me dejó perplejo! Pero no pude decirle más. Tomó mi libro y se lo llevó hojeando. Te lo devuelvo pronto, me gritó.

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