Cada una de las etapas en la hechura de los libros tiene sus dosis de alegría y esfuerzo. Del asunto han escrito ya autores célebres y muchas obras lo testimonian.
Salir de la editorial con un libro nuevo bajo el brazo, o recibirlo por correo postal, es apenas el inicio de otro viaje más o menos extraordinario. E incierto, porque no sabemos el resultado en la opinión de los lectores. Al hacerlo compartimos el producto y nos vamos desatando del proyecto que nos absorbió meses o años. Damos paso, entonces, a su presentación, necesaria y disfrutable, hasta que la prudencia aconseja no caer en el pecado de mirarse al espejo más de una vez por día.
El viernes anterior estuvimos en la Universidad José Martí para presentar Diario de Educación. Fue especial. Después de dos años de pandemia por fin pude estar sentado frente al auditorio que asistía para escuchar los comentarios. Después de dos años, no estábamos siendo “mediados” por la tecnología y podíamos observar la mitad superior de los rostros y no sólo las imágenes de quienes encienden la cámara de Zoom u otra plataforma. Después de dos años enfriados por las pantallas, podíamos sentirnos un poco más, aunque la cautela persista y apenas nos saludemos tímidamente.
Especial, también, porque dos mujeres, profesionales de la educación, comentaron el libro: Aurora Cruz Alcaraz y Karla Vanessa Contreras Herrera. Por la compañía de Salvador Silva Padilla, Miguel Uribe, la diputada Evangelina Bustamante y la hospitalaria anfitrionía del rector, Marcos Daniel Barajas, con su equipo cercano.
Especial porque la Universidad regaló el libro a todos los asistentes, en un gesto que agradecemos en Puertabierta Editores, y porque al final, durante un reconfortante tiempo, pude conversar con varios de los asistentes y cumplir una parte del cometido que me propongo cuando escribo un libro: convertirlo en pretexto para el diálogo con otros sobre el mundo de la educación.
Dos años después de que habíamos suspendido la presentación de Colima: avances y retos. Educación en la propia Universidad José Martí, volvimos a ella y a la indispensable y humana afición de encontrarnos con los otros para hablarnos y reconocernos frente a la necesaria tarea de educar cada vez más y mejor.