En los últimos días he dedicado mis horas de lectura libre a la autobiografía de Stefan Zweig y a la colección completa del mayor poeta catalán vivo: Joan Margarit.
Stefan Zweig es un escritor fascinante. La cuarentena fue ocasión para leer varias de sus excepcionales biografías. Ahora, disfrutó los años esplendorosos en París y Viena, previos a la Primera Guerra Mundial.
Es otro modo de percibir los acontecimientos de la historia, contada no desde un libro de texto o una investigación en archivos y libros, sino por un contemporáneo, desde otros ángulos más personales o íntimos.
Muchas veces pienso que la biografía y la autobiografía de actores clave sería muy interesante para aficionarse a la historia, sin la retahíla de fechas distantes y acontecimientos fríos; descrita desde las entrañas, en medio de los periódicos y libros del momento, de lo que recorría las calles, de los teatros y la música de la época, de los miedos y debilidades humanas.
Estoy convencido de que podrían ser un complemento incluso lúdico para los estudiantes de secundaria o bachillerato. Para los maestros, por supuesto.
A Joan Margarit llegué por accidente, lo confieso. Perseguía otro poeta catalán pero empecé a leerlo y ahora también a escucharlo. Su poesía me conmueve, por las marcas de su vida y compromisos.
Muchos de sus poemas serán leídos cuando ya no esté con nosotros, como La libertad o De senectute, y en un tono desgarrador, los que dedica a Joana, su hija muerta a los 30 años.
Joaquín Sabina, poeta también, cuando habla de Joan Margarit nos recuerda que en tiempos de confinamiento los libros nos permiten sentirnos siempre acompañados, viajando lejos y viviendo, de alguna forma, otras vidas.
Estas horas de lectura por gusto, que transcurren al despertar o antes de dormir, son algunas de las disfrutables cada día. Por eso, por los beneficios de la lectura, preferiría que los niños pasaron un poquito más tiempo leyendo en clases, que escuchándonos a los maestros. No haríamos una revolución pedagógica, pero sí, mejores personas. Eso creo.