El hundimiento de las finanzas del gobierno estatal amenaza a la Universidad de Colima.
Nunca es buen momento para estas tragedias por incompetencia política. Nunca.
Pero, curiosamente, ocurre cuando se aprobó la gratuidad de la educación superior. Sería simpático si no encerrara un drama: será gradualmente gratuita en Colima, como en México, pero no habrá más dinero del gobierno estatal para apoyar la medida y los adeudos gubernamentales parecen impagables.
La gravedad es extrema. Ni siquiera con buena voluntad del gobernador podría pagar los 236 millones de pesos que adeuda a la Universidad: hoy no tiene dinero.
La universidad no es su burocracia, ni sus jardines o edificios, son sus estudiantes y maestros trabajando y estudiando en más de 70 escuelas y centros de investigación, de todos los municipios de Colima, con alumnos de la entidad y de otras.
Ellos le dan vida a la llamada máxima casa de estudios de los colimenses.
Los dos ámbitos vitales de la sociedad, salud y educación, viven capítulos terribles en Colima. Al magisterio estatal se le castiga desde hace tiempo sin justificación. Hoy, el riesgo toca puertas en la Universidad.
Es cierto que las deudas y retrasos del gobierno estatal a la Universidad son añejas, pero no es menos verdad que siempre es buen momento para levantar la voz y exigir un alto a esa pésima costumbre. Habrá tiempo para otros juicios.
El contexto es distinto y las necesidades crecientes, si queremos cumplir el derecho al bachillerato y a la enseñanza superior aprobados en la Constitución del país.
Es con más y mejor educación, con mayores y mejores condiciones de salud, que tendremos viabilidad como sociedad democrática y justa.
Es con una ciudadanía más consciente y responsable como forjaremos ese futuro.
También es buen momento para que los estudiantes universitarios vivan una lección cívica por ellos y por quienes vendrán después.
No corren buenos tiempos para las universidades en México. Pero es el momento de defender a la nuestra y reclamar las condiciones que le permitan desempeñar sus funciones sustantivas.