Entre las candidatas y candidatos al gobierno del Estado en el tema educativo sólo he leído, hasta hoy, declaraciones de alguna resonancia en la candidata de Morena. De algunas he escuchado o leído poco, de otros, declaraciones rebosantes de demagogia, así que inevitable me salta una pregunta: ¿importa la educación?

Indira se ha salido del carril habitual con varias declaraciones que pueden merecerle aplausos entre grupos de electores, como el anuncio de que entregará computadoras a estudiantes de secundaria.

Otras despiertan dudas, como la propuesta de un nuevo modelo educativo para Colima, cuando en el país la SEP y el mismo presidente de la República no terminan por darle forma y contenido a lo que denominan con más pompa que sustancia, la Nueva Escuela Mexicana.

También ha recogido críticas. Una, en particular, sigue siendo motivo de cuestionamientos en público y en mensajes por redes sociales; me refiero, por supuesto, a la fusión o recorte de secretarías en la administración estatal.

La decisión despertará temores, supongo, entre los empleados de las secretarías que serían fusionadas, aunque en la página web de la candidata se asegura que se respetarán los derechos de los sindicalizados. Pero no entro en ese terreno.

Me inquieta la justificación que alienta esa propuesta de reingeniería en el ámbito educativo. Afirma que se trata de reorganizar la administración para acercarla a la gente y evitar corrupción. Parece plausible, pero desnuda el predominio de una racionalidad burocrática por encima de la sustantividad de procesos vitales en las sociedades como la educación o la cultura.

Las decisiones sobre la organización del sistema educativo no pueden supeditarse a razones clientelares, coyunturas electorales o propósitos asistenciales. Su base debe ser, siempre, el proyecto educativo; y el interés superior, la buena educación de la niñez y juventud mexicana, como lo determina la Constitución Política del país.

Necesitamos un buen proyecto educativo en Colima, sí; capaz de sobreponerse al impacto de la pandemia y con mirada al futuro; osado y con bases firmes, construido con evidencias y no con la grandilocuencia clásica de los discursos políticos.

Ojalá, por el 15 de mayo, escuchemos nuevas ideas y propuestas para la educación que podemos y merecemos.