Hay que tener cuidado con los niños, escribió José Saramago en su Cuaderno del viajero. Lo releo siempre, y nunca me impacta menos, ni me deja indemne. Es una verdad como el sol: enorme,
Nunca fui el más intrépido de la calle donde viví los años mozos. Tampoco el más valiente o amistoso; no era el más alto o fuerte; menos, el simpático o guapo. En fin, no quiero desgranar
Lluvia de medallas en Río, llamaron con grandilocuencia algunos medios al último sábado de los Juegos Olímpicos. Fueron tres medallas, que acumulan una cifra menos indecorosa al desempeño
Juan Carlos, entretenido con sus Legos, observa de pronto la televisión y lo ve bailando exultante. No le conocía, creo. Quizá lo habrá visto en estos días, pero no duda. Voltea a mi sillón y
Jornada habitual. Gris, exasperante. Estaba harto en grado extremo. La enésima llamada de atención de un pendejo con el cargo de jefe me puso del humor más perro que no recordaba en meses. Por