Diario 2015

DOMINGO EN BUENOS AIRES

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

IMG_0568Para disfrutar Buenos Aires no hace falta época o motivo especial. Si es acompañado, la andanza será más venturosa. Si es viajero solitario, e invierno, ya puede uno sentirse personaje típico del tango triste, melancólico.

Los domingos tienen asiento entrañable (e inevitable) en dos sitios: San Telmo y La Boca. Si el sábado estuviste en Recoleta, la plaza y el cementerio, el fin de semana ha sido casi total.

La Plaza Dorrego, en el corazón del Barrio de San Telmo, es un puerto de arribo infaltable en el periplo bonaerense. Las antigüedades, los soldaditos de plomo que canta Joaquín Sabina, las pinturas del inigualable fileteado, la música viva de tango, los bailarines (un par de viejos que desde siempre tienen su asiento en la esquina más emblemática), las viejas placas de autos usados, los puestos de asados y choripanes, las camisas de Mafalda, los pines e imanes, los relojes hechos en botellas de cerveza Quilmes, los cafés, las pinturas en los viejos discos de vinilo, las tazas y vasos artesanales, los bordados y vestidos hechos a mano, los zapatos de piel, los mates, las viejas mujeres y hombres con su mercadería, la escultura de Mafalda sentada en su banquita con filas y filas de extranjeros esperando para la foto, en una romería cosmopolita, son parte del corazón más porteño.

A pocos metros de allí, o no tanto, pero caminables, uno puede arribar a El Caminito, el lugar del tango inmortal. Los viejos puentes de acero son la bienvenida a la callecita de casas multicolores de los otrora viajantes napolitanos que se asentaron allí. Es otra ciudad, otro barrio, bravo y tanguero, inagotable.

Cada paso descubre los sitios, las postales, las fotos, los wallpapers de ese trozo argentino-italiano. Si es domingo y juega el equipo más popular de Argentina (pese a quien le pese), Boca Juniors, se palpitarán distinto las calles, los colores, los restaurantes, y la policía aparecerá cada vez más cerca de La Bombonera, el estadio que, cuando lleno, no se mueve con los saltos de la afición: palpita, como un gigantesco corazón que alienta a la camiseta vestida por uno de los íconos del fútbol y la cultura argentina: Diego Armando Maradona; Diego a secas, para los menos despistados. Si juegan Boca y River hay que tener pantalones muy mexicanos para andar por el rumbo sin inquietarse.

Ese puede ser uno de los paseos más típicos para quienes vivimos un tiempito en Buenos Aires. Ese es el Buenos Aires que este domingo rememoro con nostálgica alegría.

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