El humor es señal de inteligencia, asegura Perogrullo. Y entre más fino, mejor, más admirable. La parquedad o seriedad excesivas, dicho por un mustio, son poco apreciadas y a veces detestables. En la literatura, los escritores que explotaron el humor, que hicieron o hacen de él un signo distintivo son bienamados. Pienso ahora, por ejemplo, en el mexicano Ibargüengoitia, el inglés Chesterton, el griego Márkaris o el sueco Jonasson. Habrá muchos otros, más emblemáticos, quizá, pero estos que menciono son parte de mi biblioteca más íntima.
El humor no tiene fronteras, aunque parezca bobo o abominable. En Argentina o Chile, por ejemplo, vi más camisas que en México con la imagen de don Ramón, el Chavo o el Chapulín Colorado, y su vigencia persiste; entre los adultos de mi edad, o más, son referencia inevitable en las conversaciones. Y siempre con buenos recuerdos. Mi querido amigo cubano, Pepitón, confiesa que también son populares entre los meninos brasileños.
Para muchos de nosotros, Mr. Bean es exquisito sin decir una palabra. Y para no ir más atrás, con Chaplin y otros monstruos.
Las redes sociales han explotado la imaginación desbordante, el humor, la ironía. De todos tipos, con grados varios, para gustos heterogéneos. Yo, por ejemplo, aborrezco las burlas groseras contra indígenas o el estigma de nacos, pero disfruto hasta las lágrimas cuando explotan las derrotas de los enemigos deportivos, a ciertas figuras públicas del espectáculo o la política. Y no pocas veces he preferido ver un partido de fútbol a través de los comentarios en twitter que frente a la televisión.
En fin, pienso que las redes tienen tanto vicios que obligan a la contención, a la moderación, pero también, son detonador de virtudes indispensables en la vida, como la libertad de expresión, la comunicación transfronteras, la emergencia de la solidaridad y el humor.
Y los memes son, sin duda, uno de los síntomas de la buena salud. Agradezcamos a sus autores, quienes, a pesar de un mundo adverso, nos provocan sonrisas para olvidarnos, aunque sea un ratito, de las desgracias y seguir con la indispensable alegría que debiera provocarnos el simple hecho de mirar el sol (o la lluvia) cada mañana.
José Manuel Ruiz Calleja
Pues tanto así que conocí al Chavo del Ocho en la televisión de Brasil por allá por el año 2000, hasta confieso que supe que era una serie mexicana cuando llegué a México, en brasil eran doblados al portugués.
1J Saraí Jacqueline Mojica Torres
1.-I like your opinion on the great diversity of topics covered .
2.-I thought not find this here .
3.-Most people enjoy memes.
4.It amazes me time and ingenuity they use to create them.