El cuerpo del hombre dijo: no más, suficiente ya. Hasta aquí llegamos. Es hora de descansar, de sentar la cabeza y mirar sin prisa el reloj.
En las horas previas, al caer la noche, gastó la última gota de esfuerzo cuando dijo a los estudiantes y maestros de la escuela de trabajo social: “gracias por la oportunidad y los aprendizajes compartidos”. La garganta, visiblemente afectada, sacó la bandera de huelga. Solo la inercia lo regreso a casa.
Las últimas semanas el trajín fue extraordinario. Roto el indispensable equilibrio, desbordado por las tareas, como frágil varita se dobló sin chistar y un tronido nada más perceptible al oído del propio cuerpo. Quedó allí, acurrucado y postrado. Esperando pagar la factura para levantarse de nuevo, mañana o al siguiente, y cerrar el año como soñó.
Maria Elena
🙂
arthur edwards
Fines de semestres siempre son agotadoras…especialmente después de 35 años!