Ocupado y preocupado
Martes gris en el ambiente, como mis cavilaciones. Entre ocupaciones y preocupaciones transcurrió la jornada laboral. Ocupado en las tareas de corregir un próximo libro, El ocaso neoliberal. Ensayos sobre la educación ( ya en su enésima versión). Preocupado por los compromisos que se van acumulando de a poquito en la agenda. Hoy me atribulan las obligaciones de elegir buen tema para una conferencia inaugural de inicio de cursos en la facultad. Un poco más lejos, pero ya amenazante, me inquieta el artículo que debo enviar al periódico español “Escuela” en unos días.
Así, sin piedad, me recibió este martes 13.
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Poemas inéditos de Neruda
El fin de semana, buscando un libro, encontré a Pablo Neruda, quiero decir, un libro de poemas inéditos del poeta chileno. Se llama Tus pies toco en la sombra y otros poemas inéditos. Lo leí ya. Es breve. La edición es extraordinaria; la acompaña un estudio introductorio de Darío Oses y un Prólogo de Pere Gimferrer. No me hagan caso, soy neófito: los poemas no son extraordinarios. No me lo parecen, y si quieren discutirlo, no tengo elementos para la faena. Me gustan, a secas; algunos. Pero me gustan las reproducciones facsimilares de varios de ellos, en papeles gastados y coloreados por el tiempo, en tinta verde o azul. Eso, que me disculpen los expertos, fue lo más grato: la letra humanamente bella de Neruda, sus palabras tachadas, la huella de su paso.
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Recortes
Lo que sí amenaza ser más doloroso que un martes 13, o que un martes gris de invierno, son los recortes presupuestales. No creo en santos reyes, ni reyes de la realeza europea, reyes de la baraja (bueno, sinceramente, tampoco en el común de los gobernantes mexicanos), así que los recortes presupuestales, advierto, tocarán sin piedad todo lo que nos les toque a ellos un pelo, una uña, una corbata, un auto, su salario, sus viajes, una casita blanca, un privilegio. Para mí, un gesto elemental de coherencia, y decencia, es que cuando dicen “habrá recortes”, empiecen recortando los gastos superfluos de verdad, quiero decir, los gastos de publicidad (que crecen y crecen como sus egos), los gastos de representación (que no sé si bajan) y todo el monstruoso gasto en la improductiva burocracia parlamentaria.
Para que los ciudadanos crean, los gobernantes tienen que ser coherentes; es decir, para que los gobernantes tengan alguna credibilidad, los ciudadanos debemos concederles el beneficio de la decencia. Como van las cosas, me temo que nos falta.
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Un ramalazo de nostalgia me sacudió la mañana. Según leí en la agencia Télam, después de una onda intensa de calor, llovió en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Así, más o menos, rezaba el titular. Son las tres ciudades que me hospedaron el año anterior. Los recuerdos me llovieron, como en sus calles.