Para el Mundial de Brasil 2014 jugué con la idea de escribir un artículo cada día. Me interesaba abordar el fenómeno del fútbol como expresión social y cultural, en un evento magno que reúne tal cantidad de personas en estadios y calles, con un despliegue mediático sin par y enormes intereses mercantiles. Quería observar curiosamente desde lo que se puede advertir a través de la pantalla de televisión y la prensa electrónica, lo que circulara en redes sociales, lo que nos mostraran las imágenes.
Medí fuerzas, compromisos laborales y decidí que no era el momento, aunque la idea me gustaba. ¡Habría oportunidad!
En diciembre, preámbulo de las vacaciones de fin de año, mientras leía el singular diario escrito por Andrés Neuman en su periplo por América para presentar el libro “El viajero del siglo”, me convenció la idea de emprender mi propia aventura durante el inminente año nuevo. En algunos momentos me atemorizó la idea: 365 páginas son un despropósito para quien debe cumplir sus actividades regulares como padre, hombre y profesor universitario y no se dedica profesionalmente sólo a la escritura.
A pesar del tamaño del reto, o probablemente por eso, la idea era seductora; mi proceso de aprendizaje en lectura y escritura tendría un acicate extraordinario, podría ensayar otras formas, escribir con mayor libertad y zafarme de los encorsetados cánones de la redacción académica.
Lo decidí con emoción y agregué tres elementos: en lo posible, escribiría en un cuaderno elegido cuidadosamente, a mano, luego lo transcribiría en la computadora para subirlo a mi blog; segundo, me daría la licencia para faltar al compromiso el diez por ciento de los días, es decir, tres por cada mes, y el tercero, aunque parece obvio, las páginas tendrían que ser escritas cada día, sin acumular dos o tres para la ocasión en que se secara la tinta o el teclado no funcionara.
Así comenzó la aventura. Creo que lo más complicado fueron los diez días iniciales; alcanzarlos resultó más fácil de lo imaginado y recargó el tanque de gasolina emocional para aguantar el envión que me llevaría a las diez semanas. Llegué sin problema. Y heme aquí, hoy con las primeras cien.
No caminar solo en este sendero es una de las más agradables experiencias. Las lecturas y los comentarios en redes sociales o en mi blog, positivos y negativos, son estimulantes.
Cumplir pequeños objetivos concede plenitud efímero, pero si la en vida se vuelve constante, la instantaneidad va cobrando otro sentido. No me corre la prisa por llegar a las 200 o 300. Ninguna. Prefiero vivir cada día al máximo, como ha sido hasta aquí. Escribiendo a diario reconfirmé que no vivo para escribir, que escribo para vivir con nuevos horizontes.
Perla del Rocío Lara
Hola.Dudo mucho que reciba comentarios negativos de los que solemos leerlo, ya que tiene a su favor varias cosas, entre otras (aparte de que normalmente expresa opiniones argumentadas), que somos sus “fans” ;). Gracias por compartir los nuevos horizontes, no sé para los demás, pero para mi también es un reto placentero leerlo a diario. No le doy respuestas con igual periodicidad, pero créame que si lo leo de principio a fin. Buen día.
Juan Carlos Yáñez Velazco
Muchas gracias Perla. Como siempre, un gusto enorme leerte y saludarte.
¡Feliz retorno a labores!