La fría madrugada de enero lo despertó. Intentó dormir de nuevo y después de unos minutos, rendido, encendió la lucecita de la lámpara en su vieja mesa de noche. Asomó por la ventana y
Soñé con un corazón verde. Al despertar, el corazón verde estaba vivo, se movía frente a mis ojos, agrandándose y empequeñeciéndose, atrás y adelante, una y otra vez, incesante, silencioso.
Anoche soñé de nuevo el mismo sueño. El que apareció más veces durante esta cuarentena interminable, llamada nueva normalidad. La historia ocurre en un pueblo con mar, o un mar al que le nació
El silbato del tren, lejos, me despertó. Las 6:16 de la mañana. Abrí los ojos, observé el cielo pálido. Casi todas las mañanas escucho clarito el sonido peculiar. A veces un minuto antes, a
La niña se levanta temprano, desayuna un vaso de leche con fruta o galletas. Luego, silenciosa, busca sus libros, se acerca a la mesita donde tiene la vieja computadora que le permite conectarse a