¿Cuándo debemos volver a las aulas en Colima? ¿Es tiempo de pensar en eso? ¿Ya tendrían que estar trabajando en la vuelta a clases las autoridades del estado y de las instituciones educativas y sanitarias? ¿Qué opinamos papás y mamás? ¿Qué opinan los maestros?
La petición del presidente de la República a los estados que se encontraban en semáforo verde para volver a las escuelas ya tiene dos consecuencias. Una, la vacunación de los maestros campechanos, decisión que sembró otra polémica ante la prioridad que representa el magisterio frente al personal de salud, en este momento todavía escaso de vacunas. La otra consecuencia es que resurgieron las exigencias de las escuelas particulares para abrir, amenazando con hacerlo sin autorización. Veremos qué sucede.
En ese contexto, me parecen pertinentes aquellas y otras preguntas sobre el retorno a las clases en Colima. Es evidente que no será en el muy corto plazo, si hoy volvimos al rojo en el semáforo del gobierno federal, y faltarán varias semanas para recuperarse de esta nueva ola de contagios y muertes provocadas por claras incompetencia gubernamental e irresponsabilidad ciudadana.
Creo que preguntarnos y preguntarle a la Secretaría de Educación en Colima y a las autoridades de las instituciones educativas tiene mucho sentido para evitar que se repitan las decisiones improvisadas, sin fundamentos y tardías, como nos acostumbraron en estos meses desde la SEP.
Las comparaciones son indeseables, dicen, pero en educación son necesarias. Hay que mirarnos contra un estándar, contra una referencia o un modelo, para valorar la condición presente y posibilidades, para diagnosticar. Uruguay es el primer país del continente que retornó a las clases y uno de los primeros en el mundo, con una experiencia muy interesante que la Unesco recogió y puede leerse fácilmente en el mundo internet.
Cuando uno contrasta lo que ellos hicieron y nuestra ruta, las diferencias avergüenzan. En México, las decisiones sobre la pandemia descansan en dos hombres de apellido semejante; no ocurre así en el país conosureño, donde formaron un Grupo Científico Asesor Honorario, con 55 personas que trabajan sobre cuatro premisas: progresividad, regulación, monitoreo y evidencia, y se mantienen en diálogo permanente con la academia, el mundo científico y, en el terreno educativo, con los actores relevantes, en interlocución permanente con el gobierno. Al no ser empleados gubernamentales, las decisiones o propuestas del Grupo Científico pueden alejarse de la complacencia con el patrón.
Penoso es leer el “protocolo” para el retorno a clases que anunció Esteban Moctezuma en octubre pasado: un listado de lugares comunes en estas fechas. En cambio, en Uruguay diseñaron protocolos para escuelas rurales y escuelas urbanas, porque son distintas las condiciones, problemáticas y ventajas.
En el regreso uruguayo, definido como voluntario, por etapas y gradual, realizaron un trabajo meticuloso para tomar decisiones con base en evidencias.
No se organizó por niveles educativos; priorizó dimensiones como densidad territorial, vulnerabilidad educativa de los estudiantes y finalización de los ciclos escolares, así como las condiciones sanitarias de las zonas de ubicación y de los centros.
¿Es muy complicado eso? A nivel del país, desde la SEP, sería una tarea complejísima, pero si se hace desde los estados, lo sería menos. Qué implicaría. Muchas actividades. Ejemplifico. Tener el censo de cada una de las escuelas y sus condiciones sanitarias, cosa que, supongo, no será difícil; información del personal que labora en cada centro para apoyar la desinfección permanente de instalaciones, para definir cuántas personas y cuánto dinero se necesita.
Clave en una estrategia de retorno seguro y gradual a las escuelas es la movilización que exigiría de familias, estudiantes y maestros. Hoy, sin maestros y estudiantes en las escuelas de Colima, más de 200 mil personas no circulamos diariamente a pie, en auto propio o transporte público. Lanzar a las calles de nuevo a 150 o 200 mil personas cada día tiene riesgos.
¿Qué hizo el gobierno en Uruguay? Identificó cuántos estudiantes llegan a la escuela caminando, en auto propio o transporte público; cuántos maestros viven en la comunidad, cuántos se trasladan cada día, cuántos viven en la comunidad durante la semana, y así, con estudios de esa naturaleza, con decisiones focalizadas, se volvieron ejemplo.
Una estrategia así para el país es impensable, porque además de exhaustiva, el gobierno insiste en tener sus otros datos y planes. Colima podría hacer una tarea como la descrita en forma parcial, o distinta, pero bien planeada, de tal suerte que inspire confianza a las familias en que pueden volver a las escuelas sin riesgo, otra variable clave.
No está cerca el regreso a las aulas en Colima, creo. Pero si no hemos empezado a diseñar planes confiables de retorno, perdimos oportunidades y desaprovechamos las lecciones de la experiencia.