Tengo sentimientos encontrados frente al inicio de clases. Motivos de preocupación y otros de tranquilidad. Entre los segundos, un correo de la dirección de la escuela donde Mariana Belén cursa el bachillerato. Informan que después de aplicar una encuesta a las familias de sus estudiantes, con base en los datos, continuarán las sesiones en línea por el riesgo que advierten.
El gesto me parece sensato. Eso pregono: decisiones con base en evidencias, razonables y comunicadas con oportunidad, condiciones que escasean en el campo educativo durante la pandemia.
Tengo también motivos para la inquietud, como las cifras que informaron las secciones 6 y 39 del SNTE sobre el estado de las escuelas colimenses de educación básica. De ser ciertos, entre una décima y una cuarta parte de los centros escolares no cumplen las condiciones señaladas por la Secretaría de Educación estatal para “operar” presencialmente.
Tengo un pronóstico sobre el regreso a clases presenciales, pero es irrelevante contarlo. Prefiero, en cambio, expresar mis deseos sinceros para que este lunes ocurran varias cosas.
Primero: que todos los implicados asumamos la responsabilidad que nos corresponde.
Segundo: que los colectivos docentes hayan tomado la palabra al presidente de la República y al secretario de Educación y decidido lo mejor para el comienzo del ciclo escolar, luego de la discusión razonable, democrática, basada en el examen de distintos aspectos.
Después, que la Secretaría de Educación, arriba y abajo, respete irrestrictamente los acuerdos adoptados en los colectivos docentes, ofreciendo todos los apoyos disponibles, especialmente en las escuelas de condiciones más precarias.
Es fundamental que los papás y mamás hayan elegido lo más adecuado para sus hijos, tomándolos en cuenta, con el conocimiento suficiente para decidir si asistirán a clases en el aula o por otros medios.
Por último, pero no menos importante, que los niños, en el ejercicio absoluto de sus derechos, disfruten el regreso a la escuela, actuando con responsabilidad y cumpliendo las normas a que deban sujetarse.
Decía Francesco Tonucci, famoso psicopedagogo italiano, que los niños durante la pandemia extrañaban la escuela, pero no todo en la escuela; en especial a los niños y a sus amigos. Ojalá en este regreso los niños disfruten el encuentro (a distancia) con sus amigos, pero también la emoción de sus maestros y la oportunidad para aprender en un espacio distinto a la casa.
Ojalá que en la vuelta a las aulas los estudiantes encuentren mejores maestros y una educación distinta, mejor que la de hace 18 meses.
Ojalá.