Mientras los loritos de Televisa cantaban la grandeza del equipo y la victoria de la selección mexicana, el partido parecía engañosamente controlado. Cuando Miguel Herrera decidió el fatal cambio de Aquino para detener las llegadas holandesas por la banda izquierda y entretener a su defensa, Robben se clavó en la parcela que mejor domina y empezó sus endiabladas embestidas. El cambio no funcionó, porque la banda derecha de México se tapó y Aquino jaló marcas un par de minutos, pero el balón siguió vestido de naranja y Robben tomaba el segundo aire que ya faltaba entre los mexicanos. El gol del empate fue un mazazo brutal cuando faltaban 120 segundos y el tiempo complementario. La defensa verde, el equipo entero se volvió más frágil y afloró la novatez. Robben encaró, el arbitro marcó penal y el delantero holandés no permitió a Memo Ochoa alcanzar las cotas de grandeza de Benito Juárez, como delirara en su exabrupto el Piojo más famoso. Estamos malditos, gritaba como desquiciado el locutor, y mis hijos lo siguen repitiendo divertidos.
La historia no terminó allí. Una semana después la herida sigue manando sangre, ingenio e ironías. No era penal se convirtió en una frase de esas que no se olvidan, que no se olvidarán, por lo menos en estas generaciones que sufrimos la decepción de mirar como se escapaba la victoria tan anhelada y pocas veces tan cerca.
No era penal es la expresión del ingenio, del espíritu desmadroso y picante del mexicano. Es una forma de burlarse del inevitable y casi inmutable destino futbolístico que toca a la gran mayoría de las selecciones menores en la jerarquía mundial. Una manera de superar el dolor desatando diatribas contra el árbitro, los rivales, y contra el autor de la desgraciada e infortunada jugada: Robben, de nombre maléfico para los mexicanos.
Pero No era penal es también una muestra del sempiterno victimismo, del dolor exaltado, del espíritu jodido, del complejo de inferioridad, del nosotros no lo merecíamos, del sí se puede pero el mundo se confabula contra nuestra grandeza. Es el argumento del no perdimos, el árbitro nos robó en el partido de Camerún y nos robó contra Holanda.
Cada uno, cada una elige desde cual bando mira el deporte y su vida. Cada cual opta entre culpar a los otros, con la condición de víctima, o mira adelante con sentido crítico y autocrítico.
El todavía campeón mundial, España, su director técnico y jugadores, triste y sorprendentemente despedidos, dieron cátedra frente a su derrota: pidieron perdón a su afición y no justificaron la penosa actuación culpando a los otros. Por eso, por su grandeza y por la nobleza de su pasado reciente la afición, la gente del fútbol sólo tuvo palabras de reconocimiento y gratitud. Porque la derrota es inevitable en el fútbol, es parte del deporte, como los errores, pero la actitud es opcional.
Silvia
Muchas gracias por. Su artículo sobre “no era penal”, pienso que define la situación atinadamente. Saludos.
Juan Carlos Yáñez Velazco
Muchas gracias Silvia.
Saludos!
Alberto Llanes
Bien dicho y apoyo la moción. Hay que saber perder y no justificarnos en otros. Y claro, la burla, la broma, el desmadre… es parte del mexican curios…
Juan Carlos Yáñez Velazco
Un abrazo estimado Llanes!
Silvia Dueñas
Así es la selección jugo bien peo el técnico cometió un error. Sin embargo hay que apoyar a la selección además ni fue goleada como otros equipos Saludos
Jesús Ríos
A seguir trabajando en cambiar el paradigma de buscar los responsables de lo que nos sucede en terceras personas que, bien o mal, simplemente hacen su trabajo.
Buen tema. Saludos.
1°J Juan Antonio Rivera María
-Day 15456… it was not penalty.
-Certainly, Netherlands is a very strong team.
-Mexico is definitely a warrior team.
-Robben should be professional diver.