Introducción
La historia de la educación en América Latina, con luces y sombras, es el relato contrastante de discursos cargados de promesas de igualdad, calidad y progreso, frente a hechos y cifras que atestiguan, en el mejor escenario, avances insuficientes hacia los objetivos y metas.
Los sistemas educativos en estos países enfrentan numerosos desafíos desde su nacimiento, persistentes algunos, como el acceso equitativo a la escuela y a los aprendizajes, a pesar de políticas más o menos estructuradas que se aplicaron en la región para conseguirlo.
En la actualidad, la irrupción de la inteligencia artificial y sus derivaciones en los sistemas escolares añade un nivel de complejidad. El peligro es que la mayoría de los países de la región ahonden la brecha que los separan de Europa o el sureste asiático.
Con sus diferencias, Latinoamérica, signada por la juventud de los gobiernos democráticos, la limitación de recursos financieros para educación, carencias culturales y cognitivas de los estudiantes, especialmente agravadas por la pandemia, y el imperativo de incorporarse a la era digital, se encuentra en una encrucijada.
Fragilidad de los gobiernos democráticos
América Latina ha experimentado periodos de inestabilidad política que afectan al sistema educativo. De los gobiernos autoritarios que secuestraron a muchos países en los años sesenta y setenta del siglo anterior, en este oscilamos de derechas a izquierdas, con retornos constantes. Hoy, sin generalizaciones, observamos un periodo de fragilidad democrática.
La inconsistencia en las políticas educativas y la falta de continuidad debilitaron la base de los sistemas para un despegue, como ocurrió en otras regiones del globo. Los gobiernos tendrían que trabajar en la consolidación de políticas que trasciendan los cambios de régimen. La creación de consensos nacionales sobre los objetivos de la educación a largo plazo es un paso indispensable, poco probable hoy por las polarizaciones en buena parte de las naciones. Vaivenes políticos drásticos como los experimentados en dos de los países más grandes, Argentina y México, complican la idea de hipotetizar pactos con la suma de todos los actores políticos.
Pobreza en el financiamiento
La inversión insuficiente e inadecuada en educación entorpece avances. La falta de recursos financieros limita, primero, las condiciones elementales para muchas escuelas y en otro extremo, el acceso a tecnologías avanzadas y programas de capacitación en inteligencia artificial para docentes y estudiantes.
Con frecuencia, ha sido usada como anzuelo para atrapar clientelas electorales y con rentabilidades inmediatas, sin atender a la perspectiva de futuro. Otro reto es la falta de transparencia, por deficiencias en la materia, pero también, para ocultar aquellos usos aviesos.
Sin una inversión adecuada, la brecha entre países, en su interior y entre grupos sociales, se ampliará irremediablemente.
Carencias cognitivas de los estudiantes
La pandemia desnudó y en muchos casos agravó carencias culturales y cognitivas de los estudiantes en América Latina. La transición abrupta a la educación a distancia reveló la falta de acceso equitativo a la tecnología y las habilidades digitales.
La condición de partida implica romper dichas brechas y, en otro ámbito, la resistencia al cambio de orden en la mente (recordando a Edgar Morin), instalada también en las oficinas estatales donde se toman decisiones. En países como México, además, faltan proyectos para la recuperación de aprendizajes, frente a la pérdida cognitiva por la pandemia.
Incorporarse a la era digital con otras pedagogías
La transición a la era digital no es sólo cuestión de adquirir tecnología, sino de transformar la pedagogía. Los educadores deben estar equipados para enseñar habilidades relevantes del siglo XXI, como el pensamiento crítico y la resolución de problemas.
Tampoco es un tema exclusivo de metodologías o formatos, de plataformas y capacitaciones en cascada que abaratan las soluciones propuestas. Se precisa una transformación epistemológica, ética, política y pedagógica.
La transición a la era digital implica una reinvención en las didácticas. Los docentes deben adquirir habilidades digitales y conocimientos sobre inteligencia artificial. Ese es compromiso gubernamental, sindical y personal.
En resumen, las condiciones para el ascenso en la cuesta tecnológica exigen, entre otros, los siguientes componentes:
Asegurar que todas las escuelas y alumnos, en condiciones materiales y pedagógicas suficientes, tengan acceso a conectividad y dispositivos tecnológicos. Garantizar que todos tengan rutas equitativas a la educación digital es un reto. Los países deben abordar las disparidades en el acceso a la tecnología y trabajar para eliminar las brechas socioeconómicas que podrían perpetuar la exclusión digital.
Formación continua a los educadores, que necesitan oportunidades de integrar la tecnología y la inteligencia artificial en sus prácticas pedagógicas. Establecer programas de desarrollo profesional accesibles y adaptados a las necesidades cambiantes del entorno educativo es esencial.
Los países deben revisar y adaptar sus currículos y materiales para incluir habilidades para la era digital. Va más allá de agregar cursos de tecnología. Es un viraje epistemológico.
Fomentar alianzas entre sectores público y privado es una estrategia probable para superar obstáculos financieros. Las empresas pueden contribuir con recursos y experiencia tecnológica, mientras que los gobiernos proporcionan el marco regulatorio y aseguran que los beneficios lleguen a todos los sectores sociales.
La fragilidad de los gobiernos democráticos, la pobreza en el financiamiento educativo, las carencias culturales y cognitivas de los estudiantes, y el reto de incorporarse a la era digital son desafíos interrelacionados que requieren soluciones holísticas, una visión distinta del gobierno de los sistemas escolares.
Superar estos retos no sólo mejorará la calidad de la educación en la región; posicionará a América Latina para aprovechar los beneficios de la inteligencia artificial de manera ética y equitativa en el futuro; ganarán economías y ciudadanos. En cambio, los costos de la ineficiencia e inacción pueden ser elevados e irreversibles para el resto del siglo.
Publicado en “El Diario de la Educación” el 18 de diciembre de 2023.