Los diccionarios me fascinan desde que los descubrí. Me atrapan cada vez que tengo uno. Ese listado de palabras de las que conocemos algunas, pero ignoramos la gran mayoría, en mi caso, es uno de los libros que nunca me cansaría de leer. Es decir, nunca me agotan.
Los enterados ya lo saben, no soy quién para explicarlo, pero no todo son iguales. Hay de diccionarios a diccionarios. A mí me gustan los generales, entre más gordos, mejor. Y uno más, el “Diccionario del Diablo”, de Ambroce Bierce, escritor y periodista estadounidense. A diferencia de los generales, técnicos o especializados, este es muy divertido, pero no por ello menos inteligente o profundo, lo abras donde lo abras. Puedes empezar, por ejemplo, con la I, de Ignorante: “Persona desprovista de ciertos conocimientos que usted posee, y sabedora de otras cosas que usted ignora”. Con la O, de Ociosidad: “Granja modelo donde el diablo experimenta las semillas de nuevos pecadores y promueve el crecimiento de los vicios básicos”.
O puedes terminar donde empieza, en la A, de Abstemio, que significa: “Persona de carácter débil, que cede a la tentación de negarse un placer. Abstemio total es el que se abstiene de todo, menos de la abstención; en especial, se abstiene de no meterse en los asuntos ajenos”.
Soy un abstemio total.