En el reposo por la comida busco en el canal donde escucho a veces los partidos de fútbol de la Champions. La oficina está abandonada. La gente salió, o estará durmiendo en alguna parte que no he descubierto. Juegan Inter de Milán y Atlético de Madrid. Promesa de buen partido. Coloco mis audífonos y con discreción miro a todos lados. Nadie me ve. A punto de comenzar, el periodista, Dani Garrido de nombre, cambia el guion. Nos invita a imaginarnos distintas situaciones “mucho más relevante que un partido de fútbol”, dice. “Les voy a pedir que se pongan un minuto en lo peor. Imaginen que no pueden hablar, no se pueden mover. Imaginen que necesitan una máquina para respirar y una sonda para alimentarse…”. Mi desconcierto inicial se prende del discurso. La emotividad es inocultable. Explica elocuente: en el congreso de los diputados españoles ese día se había presentado un puñado de enfermos de la ELA, esclerosis lateral amiotrófica, a nombre de los cuatro mil que se calculan en España. Solicitan que se destrabe una iniciativa de ley para su asistencia, que duerme en los cajones burocráticos dos años atrás. El responsable del mensaje, deportista y entrenador en equipos profesionales de fútbol, Juan Carlos Unzué, pide que se cuenten los asistentes. La respuesta de los 350 diputados es muestra de su insensibilidad y miserabilidad: sólo 5 se presentaron a la sesión. 5 de 350 es un acto de vileza que indignará a los ciudadanos españoles y a cualquiera medianamente empático en cualquier rincón del mundo. Dani no se anda por las ramas: ¿qué son cuatro mil votos?
Apago la transmisión conmovido.
Es inevitable la comparación. Ya vienen las elecciones en México. A ver si vamos aprendiendo por quién votar y a quién botar.