Diario de un hombre sentado en la plaza

Día 38. Danza con locos

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

Volvió el loco. El loco de la banca y el otro, el habitante de esta plaza.

Esta vez yo leía. No lo esperaba, es decir, nunca lo espero. Llegó sigiloso, me alcanzó por la espalda y emitió un ruido animalesco. Brinqué un poco. Odio los sustos. Lo miré con ojos rabiosos, pero él, como chiquillo, reía tapándose la boca con ambas manos. Parecía inocente, no le dije nada. Se sentó al lado sin hablar, en el extremo contrario. Después de un rato soltó la primera pregunta.
-De nuevo por acá, a tu cita.
-Sí, de nuevo.
-¿Y ahora qué haces?
-Espero.
-¿Qué esperas?
-Que me hagas preguntas -dije, sonriendo.
Él se rió meneando la cabeza.
-¿Quién está más loco? -preguntó.
-No sé, tenía claro antes, hoy no lo sé.
Gruñó, movió la cabeza y siguió su batería.
-¿Qué esperas? ¿A quién esperas?
-La hora de entrar a mi trabajo.
-¿Falta mucho?
-Tengo ganas de decirte que sí para levantarme. El otro día me llevé tu olor pegado a la nariz varias horas. Fue casi insoportable.
-Jajajajajajajajaja Exageras, loco.
-No, no exagero. ¿Estás peleado con el agua?
-Sólo con los estúpidos -respondió rápido. No estoy peleado, pero no me molesta estar sucio, así nadie me mira, soy invisible para la gente. Soy como un escupitajo que nadie quiere ni pisar. Pero eso me va bien. Lo prefiero a que se metan conmigo.
-¿Un escupitajo?
-Sí, un escupitajo. Asqueroso, baboso, pequeño, que se evapora pronto.
-Tienes un concepto muy alto de ti mismo.
-Tengo el concepto que quiero tener, loco.

Se levantó y se fue. Esta vez no dijo adiós. Nada dijo. Cuando miré a la banca encontré una masa líquida, algo parecido a un escupitajo gigante. Lo busqué rápido pero ya había desaparecido. Sólo un tufo leve que picaba la nariz confirmó que ahí había estado.

Related Post

Leave A Comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.