Diario de un hombre sentado en la plaza

Día 59. Locos y política

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

El tema electoral es prescindible cuando vives en una caverna. Si vives en una ciudad, así sea pequeña, el bombardeo es inmisericorde. Veo poca televisión, y cuando la enciendo, por noticias, sobre todo, aparecen uno tras otro los comerciales de candidatos, hasta que me canso y escapo. Pero están siempre. En el camino al trabajo o en la vuelta, están en el radio del auto; y aparecen en las avenidas, en algunas esquinas. En la oficina es común el intercambio a veces ríspido entre partidarios de una y otra candidata. No encuentro la forma de eludirlo. Y me cansa, confieso que me harta escuchar la demagogia de todas partes.

Eso pensaba mientras el libro que tenía en las manos estaba en la misma página. Una voz inconfundible me distrajo. Sí, era él.

-¿En qué piensas, ciudadano? -interrogó.
-Pensaba en la sociedad decadente que vivimos.
-¡Otra vez Cioran!
-No, no es pesimismo, es una descripción del momento político que vivimos.
-Quieres decir electoral -me precisó.
-Sí, electoral. Sin duda.
-¿Te preocupan las elecciones? -me lo dijo en tono curioso.
-¿Tendría que preocuparme? -reviré.
-¿No te enseñaron que las preguntas no se contestan con otras preguntas? -me dijo socarrón.
-Sí, alguna vez, o muchas, cuando era niño. Aunque no fui dado a preguntar. Era más bien introvertido -le confesé.
-¿Eras? No, no eras. Sigues, eres un personaje extraño. Creo que por eso me encuentro contigo, aunque a veces llego aquí por despistado, no para hablar contigo.
-Ah, muchas gracias por tu benevolencia.
-No, no, no es benevolencia -sonrió suave. Es verdad. Eres un hombre tranquilo, un anormal para los cánones de esta sociedad. Vienes a sentarte en silencio a una plaza, con un libro entre manos, a veces miras pasar gente, o buscas los pajaritos en tu azotea, otras, te pierdes en la nada. Muchas veces, das la impresión de ser autista. Lo he pensado. ¿Alguna vez te examinaron para descartarlo?

La sangre me subió a la cara. Mezcla de indignación y enojo. Lo vi a los ojos y sin inmutarse, sonrió, complaciente, como si comprendiera mi enojo y me dejara asimilar la bomba que lanzaba.
-No hice un juicio categórico. Pregunté. No tienes por qué enfadarte -explicó en tono didáctico.
-Tienes razón, pero me enojé. No es fácil que un desconocido te reviente en la cara un diagnóstico así -le refuté.
-No fue un diagnóstico. Te hice una pregunta a partir de una observación. Eso es el método científico. ¿Te acuerdes de Descartes? El otro día hablamos de él.
-Sí, lo recuerdo y entiendo -quise cerrar la conversación en el tema.
-Entiendo también. Pero volvamos a tu interés. Las elecciones. ¿Quieres?
-Sí, me interesa. No me interesa tanto la política y los partidos. Nunca estuve afiliado a nada, ni a partidos, ni soy devoto de candidatos o ideologías. Me gustaría conocer tu punto de vista.
-Bueno, habrá oportunidad, si te parece, en otro momento. Necesito procesar mis ideas. Pensar qué pienso al respecto. Por ahora, tampoco me interesa demasiado. La próxima vez conversamos. Si vale la pena, y si no, también.

Sonreí con un guiño y lo despedí sin decirle una palabra. Un movimiento cómplice de su cabeza me solidarizó con él. No cabe duda, soy anormal, como él. O eso creo.

 

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