Camino a la oficina, más por costumbre, encendí la radio en el auto. En las tres o cuatro estaciones que frecuento había entrevistas con candidatos a puestos de elección popular. Los diez minutos desde casa empezaban a ser tortuosos, hasta que Pepe Grillo me dictó “apagalo”. Luego me preguntó: “¿qué esperas?”. Pues sí, respondí a la nada.
Será la intolerancia partidista o los achaques de la edad, quizá es el calor infernal que nos cocina lento, pero cada vez soporto menos idioteces, empezando por las propias, que me fastidian como las de nadie.
Pero es que es insoportable la cantaleta continua, entre los anuncios propagandísticos y las limitadísimas (paupérrimas) intervenciones de los candidatos locales (ellas no lo hacen mucho mejor, dicho sin violencia de género), pobres en ideas, en sintaxis y con tonitos que van pareciéndose entre sí. Todos prometen, prometen y prometen, como si tuvieran al Rey Midas a sus órdenes dispensando dinero para cualquier estupidez. O dicen, por ejemplo, que lo harán como nadie o nunca, porque nunca nadie lo había pensado, o bobadas demagógicas carentes de decencia.
En el trayecto encuentro un espectacular de la candidata presidencial del Partido Verde, con las cuatro propuestas cuatro. Abusan de creatividad y simplonería. Dice el cartel de marras: “que el gobierno te pague la pipa de agua”… o sea, ya, de plano, el problema del agua este año y los próximos seis se resolverán a pipazos. ¿O qué significa exactamente?
Por suerte, el camino al trabajo es corto y siempre tendremos un Pepe Grillo que nos devuelva la cordura.