Diario de un hombre sentado en la plaza

Día 67. Mentiras oficiales, aplausos públicos

Posted by Juan Carlos Yáñez Velazco

La lluvia de estos días levantó, milagrosa, la naturaleza yerma en la plaza. Al mismo tiempo, espantó los calores nocturnos que apesadumbraban las noches. La de ayer, en especial, nos regaló un amanecer espectacular, todavía con algunas gotas minúsculas, calles empapadas y árboles chorreando. Me gustan los días así. Es la mejor temporada para que viva en esta ciudad, porque me desempolva los recuerdos del pueblo donde nací.

Este sentimiento bucólico, sin embargo, se me apagó escuchando la publicidad gubernamental sobre el “fuerte compromiso con la educación y las familias”. Lo explican y mi perplejidad (e indignación) crece. En treinta segundos afirman que con la entrega de uniformes escolares “garantizan que todas y todos los estudiantes tengan acceso a una educación con igualdad de oportunidades”.

No hace falta ser experto en educación, un docto profesor o analista para comprender la poquita verdad o tres cuartos de mentira de esa afirmación, que supone que, con uniformes escolares, los niños están del otro lado y tienen todas las oportunidades para una educación de excelencia, como garantiza la Constitución del país. Se les olvida (es un decir, lo saben, supone el ciudadano) que, si fuera tan fácil como dar uniformes para garantizar oportunidades, entonces, tendríamos un sistema como Dinamarca. Ni siquiera agregando al uniforme escolar una mochila, computadora y una cantidad de dinero al becario alcanza para la promesa vana. El problema de las oportunidades no es sólo de dinero o satisfactores materiales de los estudiantes. Lo es, pero no todo. ¡Qué difícil es entenderlo!

Esos apoyos son bienvenidos, por supuesto, pero también hacen falta escuelas bien equipadas, con maestros que asisten diario, bien pagados y mucho mejor formados, con autoridades escolares que dirigen con tino y claridad, entre otros elementos vitales. Hace falta, primero, que todos los niños que deban estar en la escuela asistan, terminen y puedan llegar hasta donde lo decidan ellos y sus familias con decisiones razonables. Eso, entre otras cosas, garantizaría las oportunidades universales.

Esta pandilla que gobierna olvida, no sabe o le importa poco que para los problemas complejos solo funcionan soluciones complejas. No ocurrencias, menos disparates electoreros.

Pero mi enfado mayor no es por las mentiras de los profesionales de la demagogia. Es por la comodidad mediocre en la que vivimos. O tal vez es impotencia y resignación. En cualquier caso, nosotros merecemos mejores gobernantes; ellos, otro tipo de ciudadanos.

La plaza hoy luce linda, pero mis sentimientos de enfado se revolcaron con estas reflexiones.

Related Post

Leave A Comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.