La lluvia de estos dÃas levantó, milagrosa, la naturaleza yerma en la plaza. Al mismo tiempo, espantó los calores nocturnos que apesadumbraban las noches. La de ayer, en especial, nos regaló un
LeÃa absorto un libro de Alessandro Baricco cuando se paró frente a mÃ, tapándome el sol tibio de la mañana fresca. –No me robes el sol, por favor –le pedà amistoso pero enérgico.
–¿Tienes mala pinta? –me dijo sin saludarme. Lo miré sorprendido. Estaba frente a mÃ. No lo esperaba y menos con esa pregunta inicial. La sentà acusatoria, quizá porque me descubrÃa.
La mañana es calurosa, como todas desde hace un par de meses, pero mi ánimo está por los cielos. Me reconforta saber que pronto terminará esta tortura colectiva que llamamos “campañas
En estos dÃas de fiebres deportivas por la culminación de los torneos de básquetbol en Estados Unidos, y del fútbol en el paÃs y en Europa, me vinieron a la cabeza los recuerdos de mis tiempos
